Chicharrones palmeros

Los Chicharrones son un suculento plato que sirve para acompañamiento o enyesque (Picoteo), que se prepara fácilmente. Este plato nació de la idea de aprovechar toda la sobra del cerdo en las Matanzas. En la isla de la Palma es donde preparan de esta forma tan peculiar estos chicharrones.

Ingredientes;

Una pieza de corteza de panceta de cochino, mejor si es atocinada. Es importante que sea de la piel de la panza, porque si no es así nos quedarán duros o imposibles de masticar.
Un litro de aceite o una cantidad aproximada de manteca de cochino.

Una cucharada de orégano
Zumo de medio limón.
Sal, al gusto.
Un tazón de gofio de trigo ó millo.

Preparación

Cortamos la corteza en trozos más o menos cuadrados de 3 ó 4 centímetros de lado, sin quitarle la grasa ni los trocitos de carne de hila que tenga en capas.

Echamos un chorro de aceite o embadurnamos con manteca el fondo del caldero para que no se peguen los chicharrones. Ponemos entonces los trozos y vamos untándolos en aceite o poniendo trozos de manteca. Cuando estén todos en el caldero, añadimos aceite que justamente los cubra (o ponemos una capa de manteca que haga la misma función). Guisamos a fuego lento, con el caldero tapado, removiendo suavemente de vez en cuando con una cuchara de madera. Así se irá fundiendo toda la grasa y las cortezas se quedarán blanditas, y se pegarán incluso unas con otras. Es importante no dejar que se quemen las del fondo. Ir removiendo constantemente. Cuando la mezcla ya vaya tomando apariencia de fritura más que de guiso, destapamos y rociamos con el zumo de limón, para luego espolvorear con el orégano. Subimos el fuego y ahora nos toca revolver despacio pero más frecuentemente, hasta que los chicharrones floten y se doren.

Notaremos que están listos porque flotan y les aparecen las bolsitas de aire. Cuanto más tiempo los friamos, más tostados (achicharrados) y crujientes se nos quedarán. Pero, cuidado, que si se pasan, se nos ponen amargos. Para evitarlo, de vez en cuando sacamos uno y con cuidado de no quemarnos los bezos los iremos probando, para dar con el punto de nuestro gusto.  Sacamos a una fuente y salamos. Si los queremos auténticos, espolvoreamos con el gofio antes de que se enfríen. No olvidar el vasito de vino para no “enyugarnos” con el gofio.